Hotel Temático
El partido estaba más complicado de lo previsto, y la llegada del descanso fue un auténtico soplo de aire fresco para los jugadores y para el público, que estábamos sufriendo de lo lindo. Mi equipo perdía 0-1 y la sombra del descenso empezaba a acecharnos. Era la hora del bocadillo y había ido al campo junto con mi amigo Javier, como hacemos cada 15 días cuando juega nuestro equipo en casa, desde hace más de 9 años. “El momento sagrado del bocata del descanso”, pensaba para mí mientras le quitaba el aluminio al manjar de pan y tortilla de patatas del que pensaba dar buena cuenta. No tenía muchas ganas de pensar en lo que nos depararía la segunda parte, así que me concentré en lo que me había ocurrido a lo largo de las dos últimas semanas. Automáticamente me acordé de ese fin de semana (hacía ya unos meses) en el que no pude venir al fútbol con Javier. A Pilar, mi mujer, se le había metido en la cabeza que teníamos que ir a un hotel temático, el Desafío Enigmático. «Ya verás cariño, lo vamos a pasar muy bien» me dijo cuando ya lo había reservado y pagado. «Filosofía de hechos consumados», pensé, «No tienes escapatoria». Mientras comprobaba en primera persona que sigo siendo uno de los que mejores tortillas de patatas prepara de este mundo, me acordaba de cómo mis resistencias iniciales ante una experiencia como esa pronto se desvanecieron y se convirtieron en excitación y adrenalina. Primero tuvimos que coger el coche, meternos en la carretera y ponernos a buscar el hotel temático (no te dicen dónde está), luego nos tuvieron todo el fin de semana haciendo cosas y todo ello envuelto en una trama final que me dejó totalmente alucinado. Una sonrisa se esboza en mi cara cuando recuerdo lo bien que se lo pasó Pilar, y caramba, ¡¡Qué bien me lo pasé yo!! Espero que la sonrisa no se borre de mi cara, por que empieza la segunda parte.